Padre Mariomayores plata mario pantaleo

Aquel 19 de agosto de 1992

Para este nuevo aniversario del fallecimiento del Padre Mario, hemos hecho una recopilación de artículos, y testimonios de las semanas previas al desenlace y cómo lo vivieron personas que fueron testigo de ese dia

 

La noche del 12 de julio de 1992, Perla Garavelli, con los nervios destrozados y los negros presentimientos agitándosele el alma, logró trasladar al Padre Mario Pantaleo, a la clínica La Trinidad de Ciudad de Buenos Aires.

Lentamente, en medio de miradas piadosas, el Padre fue alojado en la sala de terapia intermedia durante unas pocas horas para luego trasladarse a terapia intensiva. Desde ese momento el Padre ya no pudo volver a hablar, sus pulmones habían entregado el último impulso. En la sala de terapia intensiva, sus ojos recorrían el lugar y a la poca gente que accedía a él como pidiendo una respuesta que nadie podía darle. Sin voz y casi sin movimiento, Perla comprendió que el cura necesitaba comunicarse. Con varios trozos de cartón y una lapicera de fibra, le devolvió la palabra. Ese rudimentario alfabeto de cartón, que más tarde Juan Carlos Salvia transformaría casi en un letrero profesional, fue la lengua con la que el Padre pedía información sobre lo que pasaba afuera. Y en este sentido, los costos de semejante internación lo tenían más que sobresaltado.

 -¿Cuánto saldrá esto? – preguntó señalando letras y moviendo los ojos

-Dios proveerá, Padre… -respondió Perla como no dándole importancia al tema

Pero, en verdad, tampoco Perla estaba tranquila al respecto. De modo que ese mismo día (iban ya cinco que el sacerdote estaba internado), viendo al Padre un poco más repuesto, y pensando que saldría pronto, decidió pasar por la administración del sanatorio para averiguarlo. 

-Quisiera saber cuánto se adeuda hasta ahora, señorita, y tratar de ir saldando la cuenta a diario -propuso Perla con su mejor sonrisa, mientras se preparaba para el golpe.

-Lo suyo está todo pago, señora, hasta que el Padre se vaya de alta -respondió la muchacha.

 Perla agradeció esa respuesta y muy aliviada fue a contárselo a Padre.

Tranquilícese, Padre, nada de lo que está destinado a la obra se gastará acá. Está todo pago.

Una brisa de serenidad recorrió los ojos del Padre Mario.

Una mañana, mientras Perla despedía en uno de los pasillos de la clínica a Monseñor Petralito, que había llegado a interesarse por la salud de su antiguo asistente, se suscitó entre ambos una conversación relacionada con el costo de la internación que, casi por casualidad, fue escuchada por una de las enfermeras.

Luego, la enfermera le dijo a Perla que quería contarle que al día siguiente de haber ingresado el Padre a la clínica, el doctor Alberto Maza los reunió a todos y les dijo que para él, como dueño del sanatorio, era un altísimo honor tener allí al Padre Mario Pantaleo, que tanto bien ha hecho a sus semejantes durante toda su vida. De modo que él había decidido no cobrarle a su Fundación, ni sus honorarios, ni los gastos de hotelería de la clínica. Fue la forma que encontraron para colaborar con la obra del Padre Mario.

Los últimos diez días de julio supusieron una suerte de ida y vuelta para el deteriorado cuerpo del Padre: vinculado al respirador indefectiblemente, con un corazón muy débil y una infección que no terminaba de ceder.

Las personas que lo necesitaban aguardaban impacientes. También acudían a La Trinidad para implorar su bendición en busca de alivio a dolencias físicas y espirituales. En ese momento, tenían que aceptar ese paréntesis. El Padre había sido siempre muy generoso con su vida y con su tiempo. Se consagraba a su misión en cuerpo y alma y a veces, se olvidaba de sí mismo. En aquellos días, luchaba por su vida.

El viernes 18 de agosto de 1992 Perla decidió abandonar por unas horas la guardia pretoriana que montaba desde hacía casi treinta y cinco días junto a la cama del Padre para ir a rezar por el alma de su papá que ese día hubiese celebrado un nuevo cumpleaños.

-Padre, ahora voy a ir a misa para rezar por el alma de mi padre, pero mañana tempranito estaré acá nuevamente. El cura de Catán la miró con los ojos nublados por una tristeza infinita y asintió con la cabeza. Quería seguir adelante porque sabía que había muchas personas que lo necesitaban. No se equivocaba, pero de a poco, sintió que la vida comenzaba a írsele.

 Aquella noche del 18 de agosto una inexplicable congoja se le instaló a Perla en su pecho.

En la clínica La Trinidad, las luces no se habían apagado en toda la noche. Una veintena de personas, como cada uno de los días en que Mario Pantaleo estuvo internado en ese lugar, aguardaban que los médicos les devolvieran con vida al “cura de los milagros”. 

El 19 de agosto de 1992 amaneció gris. El teléfono de la casa de Perla comenzó a sonar.

 -Soy Marcelo, Perla, de terapia intensiva de La Trinidad…

-Sí, ¿qué ocurre? – Perla se terminó de despertar de repente.

-El Padre Mario acaba de morir…

Su misión en la Tierra terminaba esa helada madrugada de agosto, después de estar 40 días internado.

Honda conmoción y grandes muestras de dolor y tristeza causó la muerte del Padre Mario. La repercusión de su Obra se expandía por todos los estamentos sociales. En 24 años (desde 1968 a 1992) pudo poner en marcha su Obra gracias a su esfuerzo, su voluntad inclaudicable y su carisma extraordinario que le valieron el reconocimiento y el apoyo de poderosos, empresarios, famosos, artistas y miles de familias anónimas.

Durante esos años, se ocupó del espíritu de la gente de González Catán y de mejorarles la calidad de vida. Sus obras le cambiaron la vida al barrio. Por eso, su velatorio se realizó en la Obra. Antes de emprender el viaje a Recoleta (donde los restos del Padre descansaron hasta mayo de 1993, cuando se trasladaron al Mausoleo que había que construir en su Catán), un grupo de fieles recorrió las obras llevando el féretro a pulso. El vecindario se encolumnó detrás durante el lento y solemne trayecto. Salieron de sus casas y respetuosamente permanecieron en sus veredas al paso de la caravana. 

En el momento del definitivo adiós, se hizo un minuto de silencio en su memoria 

La despedida brindada fue la evidencia concreta de la gratitud y el amor que el Padre despertaba y sigue despertando: Se había ganado los corazones de su gente. 

El Padre ha dejado obras y mensajes que trascendieron su vida misma. Perla y personas confiaban ciegamente en el Padre, buscaron por todos los medios organizar las instituciones que él fundó para que tuvieran continuidad y siguieran prestando servicios.

Se convirtieron en los multiplicadores de esa esperanza que el Padre les legó. Muchas manos se tendieron que permitieron continuar con el sueño del Padre y concretar la Obra que hoy existe. También las tuyas.

 La Obra sos vos

19 comentarios

  1. Padre Mario, un ser increíble, tan humano, solidario, un corazón bello, preocupado por el otro, dando siempre una palabra de fe y aliento para el que sufre, así fue su vida luchando por ayudar. Gracias gracias gracias

  2. Gracias padre querido Mario Pantaleo yo le he pedido al Padre por mi esposa María Antonia Díaz internada en el hospital E Perón de Merlo ,mi esposa va mejorando de una neumonía.Dios bendiga a todos y prometo que en cuanto pueda iré a ver con mi esposa a visitar al Padre Mario Pantaleo amén 🙏

  3. Yo colaboro humildemente con la Obra del Padre Mario. Les pido que me pongan en oración porque tengo un gran agotamiento psicofísico debido a que no puedo afrontar los gastos que demanda un servicio de limpieza, debido a que no tengo dinero suficiente por la situación económica del país. Les agradezco y bendiciones para todos. Alicia Lucia Vargas

  4. Nada más qué agradecimiento… Mi milagro, la vida de mi hijo.
    Tantos domingo sentada llorando, pidiendo x favor y el me escucho,me acompaño y Ciro esta x cumplir 16 áños

  5. Con profundo dolor leí su partida de este mundo, sabemos que él desde el mas alla nos sigue bendiciendo, pero siento la necesidad de verlo, su ojos que expresaban su firmeza y amor . Lo necesitamos tanto en estos momentos, que su alma descanse en paz. Su mision fué cumplida y sigue ayudandonos . BENDITO PADRE MARIO❤

  6. Gracias Padre Mario,por estar en nuestras vidas,siempre fuiste mi Santo….agradecimiento…gratitud no hay palabras para expresar todo mi amor..
    Hoy día especial quiero pedir pir la salud De Marta,en estos momentos la están operando..se que estas ahí.. mi fe es infinita.
    Gracias Padre por estar siempre.

  7. Soy una gotita de agua en el mar de colaboraciones que han ayudado a asentar las obras del Padre Mario, gran ejemplo de entrega a los demas, sanando, ayudando!!! Me emocione mucho con la recopilacion de los hechos de sus ultimos dias terrenales y ahora disfrutando de la paz eterna !

  8. Querido padre Mario, a quien tuve la bendición de conocer en persona, siempre me asistió en momentos difíciles e incomprensibles que atravesé. Además de ayudarme a sanar de un cáncer de mamá, aumentó mi fe, y continúa intercediendo por mi familia, ante Dios , Jesús y Maria Santísima . Gracias por tu entrega padre Mario. Pronto estarás en los altares.

  9. Padre Mario Pantaleo, Cristo Caminante. En vida, intercedió por la salud de varios miembros de mi familia, y a mí misma, y Dios nos concedió la salud. Seis meses antes de su fallecimiento, intercedió por mi padre, que falleció sin dolores y con mucha paz. Ya en su Santuario, continuó ayudándonos, más de una vez. Gracias, Jesús, por tu humilde Siervo. Ojalá pronto esté en los Altares. Amén. Gracias por todo, querido Padre Mario!!

  10. Es realmente un Santo, su vida dedicada a sus hermanos!!!!
    Siempre vivirá en los corazones de quienes lo hemos conocido y le estamos eternamente agradecidos por todo lo que hizo en su paso por esta tierra!!!!
    Gracias querido Padre Mario!!!!!!

  11. Muy emotivo el video y sus referencias.Confío mucho en el querido Padre, rezo a diario su oración. Colaboro también con la Institución, gracias por todo lo que hacen por la misma.Saludos.

  12. Gracias padre Mario, confío plenamente en usted, ya me ha ayudado en ocasión de un cáncer que cursaba y la operación y todo fue perfecto. Hoy pido algo mínimo y tiene que ver con mi hijo y nuera que desean tener un hijo y no quiere venir. Infinitas gracias Padre, lo llevo siempre conmigo.

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