Soy PartePadre Mario

Hace muchísimos años pasábamos por la ruta y nos preguntábamos qué sería esa cruz que veíamos a lo lejos. Me acuerdo que en aquella época era todo descampado, con calles de tierras.

En el año 1980 compramos un terreno frente a lo que ahora es la Policlínica y entonces nos enteramos de que esa cruz que veíamos era la Capilla Cristo Caminante y acá estaba el Padre Mario construyendo su Obra.

Fue así que nos vinimos a vivir en medio de la nada, todo campo por todos lados. Y empezamos a contactarnos con el Padre Mario como vecinos. Cuando el Padre no nos veía durante unos días venía a buscarnos a casa para ver dónde andábamos, qué nos pasaba. Se preocupaba por si estabábamos enfermos, por si necesitábamos algo. Así era con todos.

Muchas veces no tuvimos para comer, yo tengo 8 hijos y llegamos a vivir en una miseria terrible, pero él siempre estuvo ahí para que no nos faltara nada. Nunca nos faltó un plato de comida, ni ropa, ni calzado. Y además siempre se preocupó por el barrio, por la luz de la calle, el asfalto, por todo lo que hiciera falta.

Yo de él aprendí que uno siempre tiene que está dispuesto a dar y ayudar, que siempre hay que dar una mano al otro.

Así que cuando él necesitaba algo, ahí estábamos para colaborar con él y dar una mano. Por eso es que vengo todos los días que puedo a ayudar en la Obra y a colaborar en la feria solidaria.

Jamás me imaginé que la Obra iba a tener este tamaño que tiene hoy. Aún me acuerdo cuando pusieron el tranvía que servía como sala del jardín y mis hijos lo inauguraron.  Mis 8 hijos terminaron acá la escuela. Pero nunca pensé que la Obra iba a llegar a brindar hasta estudios universitarios. ¡Quién se lo iba a imaginar! ¡Sólo el Padre Mario!

Yo sé que mi vida no hubiera sido igual si no hubiera conocido al Padre Mario. Pasé muchas cosas buenas y malas, pero todo lo que viví me enseñó a agradecer a ese ser especial que fue el Padre Mario.