Marilina Rodríguez – Nutricionista, Policonsultorio Cristo Caminante
Comencé a atender en la Obra en 2004 y recuerdo con mucho amor a Diana que fue quien confió en mí y me abrió las puertas de este lugar que fue mi casa, no sólo un trabajo. Fue además mi primer trabajo en consultorio, me dieron la oportunidad que todo profesional recién recibido espera y que, además, era mi deseo trabajar en el Policlínico y se lo pedí al Padre Mario. Trabajé hasta 2020 presencial sin parar y después continúe de forma virtual porque nunca quise irme.
Las circunstancias a veces nos llevan por otro camino y en algún momento pienso volver. He pasado en este lugar momentos inolvidables, todas las personas que trabajan en el Policonsultorio y en la Obra son seres maravillosos y con todos hay anécdotas y recuerdos para contar, desde que entraba al Policonsultorio y en recepción corrían a tapar las facturas para que no vea lo que estaban comiendo, adoro a cada una de mis compañeras, siempre atentas y de buen humor, dispuestas a ayudar a nivel no sólo laboral sino también humano.
Extraño todo y en especial a mis pacientes, siempre hablo de mis pacientes de la Obra, la vida acá tiene otro ritmo y las personas acompañan ésto, son agradables, sumamente agradecidos, cariñosos, no son personas que pasan y nada más, tengo recuerdos con ellos también, porque en este ritmo de vida diferente se puede charlar y conocerlos, los llevo conmigo a cada uno y sus historias y agradezco haber podido compartir con ellos ese espacio y la confianza que depositaron en mí y permitirme que los acompañe.
Mis colegas también fueron muy importantes en mi trabajo y en mi vida, hemos trabajado en conjunto llevando adelante a los pacientes coordinados con cariño y respeto como en pocos lugares sucede, recuerdo al Gastroenterólogo que era condición para los pacientes que los atendamos los dos y lo bien que evolucionaban gracias a ésto.
También mi primer hijo fue descubierto por la ginecóloga del policonsultorio y me atendió durante el embarazo, después cuando él cumplió 3 años yo iba a atender, él iba al jardín de la Obra y la maestra lo acercaba a la ventana para que me vea que estaba trabajando ahí al lado y no llore. Recuerdo también que cuando tenía un ratito sin pacientes me iba al Mausoleo a ver al Padre Mario y volvía con el corazón lleno y la energía renovada. Pasamos por tanto, fue tanta vida compartida además de trabajo.
Están en mí corazón cada consulta, cada charla que di a la comunidad, cada proyecto, cada paciente, cada compañero, cada momento, es emocionante recordar lo que vivimos porque compartimos todo y mi sensación es “qué feliz fui en este lugar, con esta gente, hay una energía especial inigualable”.
Recuerdo cuando empezó la pandemia así sin darnos cuenta, estaba atendiendo y en el consultorio de al lado atendía un médico, siempre charlábamos, una persona muy alegre él, recuerdo que ese día al salir del consultorio ya no había pacientes y me dice serio, esto de la pandemia está complicado no creo que volvamos, me dio un abrazo y yo casi sin entender lo que me decía me quedé pensando, porque aún no podía creer lo que finalmente pasó. Ese fue el último día que atendí en el Policonsultorio. Ya no volvimos, tenia razón. La pandemia empezó, quedamos encerrados y yo al menos no pude volver más.
Mi deseo hoy es volver, porque siempre queremos volver donde fuimos felices .
“Gracias a todos con los que compartí esos 16 bellos años, por haber hecho mi vida más feliz, por tenerme en cuenta siempre y por todo el amor que recibí y recibo. Gracias Padre Mario por llamarme a ser parte de tu familia y por esa energía única que se respira en cada rincón de la Obra”.