
Izq. a der. Sandra Pereira (mamá de Gastón Barboza), Mary López de Pecchiai y su hermana Rita.
“Soy la madrina de Gastón desde que él tenía 7 años, con mi hermana nos hemos sorprendido por la altura y por lo bien que está”, dice María Catalina López de Pecchiai, Mary. Y los ojos se le iluminan cuando recuerda el momento en que se convirtió en madrina de Gastón Barboza: “Me llamaron, elegí una carpeta al azar, me contaron que el niño tenía algunos problemitas de salud, que la familia estaba atravesando un mal momento económico, que su papá no tenía trabajo, la mamá estaba buscando y también colaboraba con la Obra. El Padre Mario quiso que yo tuviera a este chico de ahijado, ¡mire que grande está!”.
Alrededor de la mesa, Mary, su hermana Rita y la mamá de Gastón miran arrobadas al muchacho que recibe los elogios con esa informalidad que regala la adolescencia: “Hoy no me dejaron ir al voluntariado porque me agarraron antes”, se ríe Gastón frente a una fuente llena de tostados. “¿Ves? Me resultó una maravilla, lo quiero mucho, lo quiero tanto… Y está muy lindo, es un ahijado muy querido” dice Mary.
Gastón colabora como alumno voluntario de la Escuela Secundaria (cursa el 5° año) y da clases de apoyo escolar en el Centro Educativo La Huella.
“Todos los años, para su cumpleaños, le mando la torta y le escribo siempre. Él sabe que lo quiero, y quiero que sea un hombre de bien”, dice Mary. Y Gastón le cuenta que ha decidido estudiar para ser Contador Público. “Yo quiero que siga estudiando, está muy bien encaminado, lo voy a seguir ayudando siempre. Gastón retribuye ayudando a otros chicos y eso forma una cadena, está muy bien lo que hace” se emociona la mujer, y vuelve a hacerle un mimo a ese adolescente al que, desde hace algunos años, ayuda a mejorar su calidad de vida, para siempre.

