En octubre de 1979, un grupo de amigos de la comunidad de Cristo Caminante junto al Padre Mario, realizaron un viaje de fe visitando iglesias y lugares santos en ciudades de Europa y en Tierra Santa (fotos 1 y 2).
El Padre Mario llevaba consigo un objeto muy preciado que pretendía regalar al Papa Juan Pablo II en nombre de la comunidad de Cristo Caminante: Una cruz pectoral construida en plata, acompañada de una carta personal donde pedía la bendición papal para la comunidad.
El regalo acompañó al grupo en todo el itinerario.
En Alemania, visitaron la sede de la congregación de las Hnas. Franciscanas de la Inmaculada Concepción de Bonlanden. Las hermanas colaboraban con la Obra enviando donaciones y, fundamentalmente, con el trabajo en González Catán.
En esa visita tomaron la foto del cuadro de La Rosa, que conocemos por la anécdota del mes de enero pasado, y el Padre Mario enseñó a la Superiora Sor Hildegardis el regalo que llevarían al Papa. (foto 3)
De Alemania viajaron a Asís y luego a Roma.
El 24 de octubre de 1979, los peregrinos concurrieron a la audiencia papal pública de los miércoles en la Plaza de San Pedro. (foto 4)
El objetivo de entregarle un regalo al Papa, en su recorrido con el papamóvil rodeado de guardias y de una multitud, podría parecer una tarea imposible, el Padre Mario no pensaba lo mismo.
Esperó pacientemente en un sector asignado a miembros del clero (foto 5). Allí conoció a un guardia de honor. Este le comentó sobre una dolencia en su rodilla que lo tenía a mal traer. El Padre Mario acercó su mano y… el dolor de la rodilla desapareció.
En el momento en que el papamóvil se acercaba al lugar, el guardia de honor agradecido le facilitó al Padre Mario el acceso para saludar al Papa. Ese fue el momento tan esperado, pudo entregarle al Santo Padre el regalo que con tanta ilusión llevó durante tantos kilómetros.
Pasaron más de 35 años y pudimos acceder a una fotografía que registra el instante preciso del encuentro y el regalo en manos del Papa. La cara de felicidad del Padre Mario lo dice todo. (foto 6)
En diciembre de 1979, dos meses después, llegó a González Catán una carta de agradecimiento de la Santa Sede por el obsequio que el Papa apreció y la bendición papal. (foto 7)
Esta anécdota, de la que muchos fueron testigos, muestra la perseverancia de un hombre de fe para cumplir con su misión a pesar de las dificultades. La misma perseverancia y fe que el Padre Mario tuvo para construir su Obra y ayudar a tantas personas.
La misma perseverancia y fe que tenemos todos los que formamos la comunidad de la Obra del Padre Mario para cumplir con la misión que nos fue legada.