“Soy de la provincia Ontario, de Canadá, y conocí a la Obra del Padre Mario de manera providencial en noviembre de 2010. Buscaba un lugar donde desempeñarme durante mi último año de estudios de grado en Desarrollo Internacional y Economía en la Universidad McGill, como pasante becaria del Instituto para las Políticas Sociales y Sanitarias de mi Facultad (http://www.mcgill.ca/ihsp/es/).
Habiendo trabajado como pasante en el Ministerio de Trabajo de la Nación, buscaba una ONG que trabajaba en temas de orientación laboral y empleo juvenil. Aquí, en la Obra, encontré una organización que provee servicios educativos y sociales de alta calidad enfocados en el desarrollo integral de la persona en plena celebración de su dignidad. Esta visión de lo humano confirma el profundo testimonio de la Fe cristiana presente en la vida del Padre Mario y de los que siguen llevando su Obra por delante.
Habiendo escrito mi tesis de grado sobre la visión de Benedicto XVI sobre el desarrollo humano presente en la Carta Encíclica Caritas in Veritate y las Organizaciones de la Sociedad Civil en América Latina, la visión particular de la Obra fue un factor decisivo en mi decisión de desarrollar una pasantía en la Plaza de Artes y Oficios (PAyO).
Estoy muy agradecida por la oportunidad de trabajar como pasante en la PAyO con el apoyo del nuevo programa de becas McBurney del Instituto para las Políticas Sociales y Sanitarias. Empecé en marzo a enseñar el curso de inglés para gastronómicos y desde mayo he estado trabajando con el desarrollo de talleres de orientación laboral y revisando el sistema de seguimiento de egresados de la Plaza.
En el poco tiempo en que he estado, he experimentado el humilde fervor de quienes trabajan en la Obra por revelar al hombre que la dignidad de la vocación humana se puede palpar hasta en la sencillez del trabajo cotidiano.
Mi encuentro con la Obra ha sido una gran oportunidad para compartir la historia de su vida con mis hermanos en la fe en Canadá. De hecho, en enero de 2011 pude presentar la película “Las manos” ante un grupo de estudiantes del Centro Cardenal Newman en Montreal.
Si bien antes no había escuchado hablar del Padre Mario Pantaleo, me quedo asombrada ante la historia de un hombre que se dio en cuerpo y alma para el pueblo de Dios en González Catan, entregándose al plan de Dios con personalidad y decisión.
Le agradezco al Señor el saber que donde sea que Él me llame, llevaré en mi mente y en mi corazón el testimonio del Padre Mario, de su Obra y del pueblo de González Catán”.