El 16 de agosto Perla Gallardo recibió la grata visita de la hermana Sidonia, perteneciente a la congregación de las hermanas franciscanas de Bonlanden. Con su ayuda, ellas contribuyeron en gran medida a que el Padre Mario obtuviera la tan ansiada incardinación.
Sidonia fue quien debió concluir la última misa que dio el Padre, cuando se descompensó después de la consagración.
En el encuentro con Perla la acompañaron las hermanas Felicitas y Ana, esta última testigo del recordado episodio de la rosa que el padre Mario entregó y que no se marchitó sino hasta obtener la respuesta, afirmativa, de que esta congregación se quedaría en el barrio para ayudarlo.
Juntas compartieron una hermosa tarde de recuerdos. A continuación, las palabras de la hermana Sidonia:
“Llegué a la vida del Padre Mario a través de la hermana Ana, justo para su cumpleaños, como un regalo, y estuve aquí durante 26 años junto a él, formando a los grupos juveniles, organizando retiros, llevando adelante catequesis y ayudando en la pastoral de la capilla Cristo Caminante. Con el padre Mario nos entendíamos muy bien, pero cuando estaba bravo yo me escapaba (risas). En realidad con él no tenía problemas. Preparábamos los pesebres de manera bien criolla. Y los vía crucis que hacíamos eran multitudinarios. Recorríamos seis kilómetros por la ruta 3, y se iban sumando cientos y cientos de vecinos. Incluso en uno de los últimos que organizamos nos acompañó el Obispo, quien quedó sorprendido por la participación de la gente y nos felicitó.
También hacíamos una peña que se llamaba “La Peña del Padre Mario”. Éramos 32 familias, todas ecuménicas, porque el Padre siempre decía que todos éramos iguales delante de Dios y que para Él y para Jesús no había religión especial”.