En enero del próximo año voy a cumplir 20 años en la Obra del Padre Mario así que la mayor parte de mi vida laboral la pasé aquí.
Tenía 23 años cuando mi papá me dijo que estaban tomando gente para trabajar en mantenimiento, así que pedí licencia en la empresa donde estaba y vine. En la Obra estuve apenas unos días a prueba y quedé efectivo.
Mi papá ya hacía mucho tiempo que estaba junto al Padre Mario trabajando también en mantenimiento y hasta como sereno. Lo quería mucho, siempre lo recuerda como una persona recta, con ideas claras sobre lo que quería hacer en la Obra. Yo, en cambio, no tuve la suerte de hablar con él. Me acuerdo especialmente de las colas inmensas que se formaban para verlo de madrugada.
Aquí he pasado por distintos sectores: mantenimiento, carpintería y desde hace más de diez años me desempeño en la Escuela Secundaria como auxiliar. También trabajé en el museo donde restauré algunos muebles, una tarea que me gusta mucho. Lo hacía bajo la supervisión de la Sra. Adelita.
Lo mejor de trabajar en la Obra del Padre Mario es la cantidad de gente con la que trato a diario. En mi anterior empleo yo iba, hacía mis cosas y volvía a mi casa. Pero acá todo es distinto: siempre estoy conociendo gente, pero especialmente de esa que es buena y solidaria. Así que fue un cambio muy importante en mi vida.
Pero el mejor recuerdo de estas dos décadas es que durante tres años seguidos, en la fiesta que la Obra hace para fin de año, he recibido el premio al mejor compañero y eso es un gran honor para mí.