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Lucía Prieto

Enfermera en la Policlínica Cristo Caminante

Empecé a trabajar en la Obra del Padre Mario en el año 1997. En ese momento mi cuñada trabajaba en el Área Social y me comentó que necesitaban cubrir un puesto en enfermería.

Vine y me entrevistó Gabriel Laurino quien me transmitió la modalidad de trabajo, cuáles eran las condiciones y los horarios, y, finalmente, quedé seleccionada. A mí este trabajo me gusta mucho y, además, lo necesitaba porque había dejado hacía poco tiempo un trabajo en un geriátrico en Capital Federal que me quedaba muy lejos de mi casa.

Así que muy feliz comencé enseguida mi labor aquí en la Policlínica Cristo Caminante y, además, iba dos veces por semana al Centro de Atención a Mayores (CAM) donde le hacía los controles de presión arterial a los adultos mayores.

Siempre pude hacer con amor mi trabajo en enfermería. En un momento pensé en retirarme pero hubo algo que me lo impidió. No sé qué o quién me impidió irme de acá pero estoy segura de que el Padre Mario tiene que ver con eso.

Los adultos mayores del CAM siempre me demostraron su cariño de todas las maneras posibles y lo mismo ocurre con los pacientes de la Policlínica y con mis compañeros de trabajo. Yo me siento muy cómoda en este lugar al que vengo todos los días.

Cuando empecé, mi padre recién había fallecido y luego fueron pasando otras cosas en mi vida. Pero creo que siempre pude superar todo eso porque estaba aquí. En la Obra del Padre Mario hay algo especial, algo que me da las fuerzas para seguir adelante a pesar de las cosas malas que puedan pasar.

El año próximo voy a cumplir veinte años trabajando aquí y me siento muy bien en este lugar así que espero llegar a mi jubilación trabajando en la Policlínica.